Pautas para educar a través de la disciplina positiva

Educar es un arte. A los adultos -padres y profesores- nos resulta complicadísimo transmitir valores a nuestros niños y lograr que asuman responsabilidades. Los buenos maestros, los padres que más esfuerzo realizan, todos sin excepción cometemos fallos. Hay nuevos modelos educativos que pueden ayudarnos en esta difícil tarea. Hoy os explicamos qué es la disciplina positiva y cómo aplicarla.

La educación autoritaria tan propia de otras etapas ha dado paso a nuevos modelos educativos. Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, ambos psicólogos y con experiencia en el ámbito de la educación, pusieron los cimientos de la disciplina positiva hace ya casi un siglo. Ellos crearon el lema «firme y amable» que ha inspirado esta corriente hasta nuestros días. La disciplina positiva fomenta otra manera de educar a través del afecto y la comprensión. Es firme sin ser rígida.

No se trata de una moda temporal ni de una tendencia pasajera. En los últimos años han surgido multitud de iniciativas en defensa de esta alternativa. Tanto ha sido el éxito de esta tendencia que ha dado lugar a la Asociación Disciplina Positiva España (ADPE), que se centra en la divulgación de sus beneficios y en la formación y certificación de educadores.

Organizaciones de reputación internacional como Save the Children han hecho una importante labor de divulgación sobre los valores y bonanzas de la disciplina positiva. De hecho, han editado un manual online muy práctico dirigido a familias que puede serviros para aplicar esta metodología en casa.  El manual está especialmente enfocado a la resolución de problemas desde una perspectiva conciliadora y firme.

Para comenzar a entender esta método educativo hay que enfatizar primero que no es la  disciplina positiva. En este sentido hay que entender dos cosas esenciales:

  • No se basa en la permisividad.
  • No supone dejar de establecer límites o de fijar reglas.

5 razones para aplicar la disciplina positiva

1) Se basa en el respeto, no en la imposición. A través de esta metodología se refuerza al niño en la toma de decisiones, se le orienta sobre lo adecuado, se le dirige sin obligatoriedad pero con firmeza. El niño debe comprender las razones, no actuar por miedo o presión. El objetivo final es que sea capaz de autorregular sus emociones, para ello se pueden activar distintas técnicas.

2) Se fomenta la autonomía. Este modelo fomenta la asunción de responsabilidades adecuadas a cada nivel de edad. El niño es un ser independiente y el adulto le da herramientas para afrontar sus problemas y dificultades. Se evitan alabanzas pero se refuerzan las actitudes positivas.

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3) Ni autoritarismo ni permisividad. La disciplina positiva huye de los extremos. Se basa en la firmeza dentro de la comprensión. Le explicamos el porqué de las acciones y los límites para que los entienda. Le mostramos las consecuencias de sus acción y le permitimos reflexionar. No se trata de ser permisivos, muy al contrario la disciplina positiva aconseja mostrar claramente los límites, poner el acento en que “no todo vale”.

4) La educación es cosa de todos.  Los padres tienen una gran responsabilidad pero la disciplina positiva entiende que la educación es el resultado de los esfuerzos compartidos entre padres, profesores, psicopedagogos y demás profesionales. La educación en valores en el aula es determinante y contribuye al buen desarrollo de la disciplina positiva.  Hoy en día es posible encontrar interesantes manuales enfocados a profesores y educadores sobre esta temática.

5) Educar en el ejemplo y con soluciones. El comportamiento de los educadores debe ser ejemplar, inspirar al niño, reforzarlo en sus enfoques. De nada sirve inculcar diálogo en casa si los adultos no dialogamos, poco efectivo es fijar rutinas si nosotros nos las saltamos. Nuestros niños aprenden con el ejemplo.

La disciplina positiva y los juguetes educativos para niños

Puede tratarse de la alianza perfecta. Los principios de este modelo educativo encuentran el compañero de viaje ideal en los juguetes educativos para niños orientados a la educación en valores. Los juguetes que fomentan el aprendizaje a través del juego son una ayuda esencial para transmitir emociones, límites morales y fomentar la autonomía.

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